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Fieras “subterráneas” de la poeta mexicana Sofía Sánchez
Según el español Javier Bozalongo, también poeta, los textos de esta autora están libres de clasificaciones que se aplican actualmente.
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Paul Auster conocía la distancia entre la realidad y la palabra
El autor estadounidense utilizaba elementos de la vida como su material esencial, sostiene la poeta y ensayista colombiana Lidia Salas.
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Solo un siglo: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”
El cubano Virgilio López Lemus asegura que dentro de cien años esta obra de Pablo Neruda seguirá siendo referencia literaria.
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Tesoro epistolar en el archivo de José Sánchez Rodríguez
Un libro reciente reproduce la correspondencia del poeta andaluz con numerosos autores, entre ellos Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez.
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Los poetas como intérpretes del arte: el caso Bonifaz Nuño
Fue presentada la segunda edición de “Elogio del Espacio. Apreciaciones sobre Arte”, en el centenario del nacimiento de este autor.
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En las letras, hay que sospechar de lo que se anuncie sobre la IA
El poeta español Andrés Sánchez Robayna advierte en particular sobre los llamados “descubrimientos” de supuestas obras inéditas de los clásicos.
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Javier Heraud (Perú) / A la luz del amor
Poema
Oscuro es el tiempo y leves
las sonrisas de los días.
El día asume su palidez
de infante: su regocijo se
expresa en las noches
del amor y la venganza.
Es la hora de los muertos,
ahí donde surgen los pálidos
rostros de niños consumidos
por el viento.
Largo es el camino y oscuras
las sonrisas de los días.
(Las tumbas conservan sus
viejos temores, los hombres
sus viejos escritos
y los niños nacen
con nuevos
rencores en los labios).
Y allí donde el día se ofrece
(oscuro regocijo de hierbas caídas)
abro mis ojos a la luz del amor
y de tus labios.Imagen nueva
Para Armando Zubizarreta
A veces me parezco un poco
a la imagen de la muerte
que mi madre descubría
entre sus cuentos.
Con mis ojos hundidos y
mis manos señalando
blancas calles
me suelen confundir
con la muerte devoradora,
y entonces,
para jugar,
penetro en algunas
casas,
aliviando a carpinteros y
artesanos del dolor,
cogiendo tierras
y hundiéndolas
en el mar.
Soy la muerte a ratos,
y a ratos conservo mi belleza
y mis vestimentas
y asusto perros, gatos,
y al final,
como siempre,
a la higuera estéril y solitaria
la quemo con el rayo de mis manosEl río
1
Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos.2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y
de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones.7
Yo soy el río que canta
al mediodía y a los
hombres,
que canta ante sus
tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.8
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas
quebradas,
por los ignotos pueblos
olvidados,
por las ciudades
atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río
ya voy por las praderas,
hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas,
los árboles cantan con
el río,
los árboles cantan
con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis
brazos.Yo no me río de la muerte
Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de
morir
entre
pájaros y arbolesYo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida,
a veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra. Ya lo dije, nunca
suelo reír de la muerte,
pero sí conozco su blanco
rostro, su tétrica vestimenta.Yo no me río de la muerte.
Sin embargo, conozco su
blanca casa, conozco su
blanca vestimenta, conozco
su humedad y su silencio.Claro está, la muerte no
me ha visitado todavía,
y Uds. preguntarán: ¿qué
conoces? No conozco nada.
Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar
ella yo estaré esperando,
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.
La miraré blandamente
(no se vaya a asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré,
solitario y solitario.(Javier Heraud nació en Lima, Perú, en 1942. Publicó “El río” y “El viaje”, en 1960; “Estación reunida”, 1961; “Poesías completas y homenaje”, 1964; “Poema a dos voces”, con César Calvo, en 1967; y “Poesías completas y cartas”, 1976. En 2020, la Casa de la Literatura Peruana publicó “Al Heródico Modo. Ejercicios tempranos, 1954-1959”. En 1960 compartió con César Calvo el premio El Poeta Joven del Perú. Por entonces ya expresaba a pleno su compromiso político. Viajó a varios países, entre ellos Cuba, para entrenarse en la actividad guerrillera, que emprendió contra la dictadura de su país, como parte del Ejército de Liberación Nacional. Murió en 1963, en lo que el régimen de entonces describió como un “enfrentamiento”, pero la oposición denunció que fue asesinado cuando estaba indefenso).
Declarada de interés cultural (2014)